viernes, 5 de septiembre de 2008

El verdadero interés

El verdadero interés

Un rey tuvo noticias de que en su reino vivía un santo asceta capaz de hacer grandes prodigios, por lo que decidió llamarlo a palacio.
-Me han dicho que eres una persona de grandes poderes. ¿Serías capaz de permanecer enterrado un año y sobrevivir? -preguntó el monarca-. Si logras superar tal prueba, te recompensaré con este fabuloso diamante -y el rey le mostró una enorme y brillante piedra preciosa.

-Desde luego, majestad -contestó el asceta-, puedo suspender mi respiración y mis constantes vitales durante ese largo periodo de tiempo. Puede demostrar que mis capacidades físicas están muy por encima de los límites habituales, pues durante años me he sometido a un durísimo entrenamiento.

Se hicieron los preparativos, y el asceta fue enterrado a cuatro metros de profundidad. Para asegurarse de que no pudiera haber engaño, el monarca dio orden de que día y noche, durante un año completo, hubiese un cuerpo de guardia vigilando aquella fosa. Transcurrido el plazo, el rey, la nobleza y centenares de curiosos, se reunieron ante la tumba esperando el resultado de la prueba. Pasaron unos minutos de gran intensidad hasta que los guardias cavaron los cuatro metros que les separaban del santo.

Atónitos, vieron que aquel hombre emergía vivo de entre la tierra gritando:

-¡Por Dios! ¿Dónde está el diamante prometido?


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