domingo, 25 de enero de 2009

El arte de la compasión. Dalai Lama.

El crecimiento espiritual no tiene por qué estar basado en la fe religiosa. Hablemos de la ética laica.

Creo que los métodos que sirven para acrecentar el altruismo, la solidaridad con los demás y el convencimiento de que nuestras necesidades individuales son menos importantes que las del prójimo son comunes a la mayoría de las religiones.
Aunque pueden diferir en los puntos de vista filosóficos y en los ritos tradicionales, el mensaje esencial de todas las religiones es bastante parecido. Todas abogan por el amor, la compasión y el perdón, valores humanos básicos cuyas virtudes son apreciadas incluso por aquellos que no se definen como creyentes.

Puesto que nuestra existencia y bienestar son el resultado de la cooperación y las aportaciones de otros muchos, debemos desarrollar una actitud adecuada para relacionarnos con ellos. A menudo tendemos a olvidar este hecho básico: actualmente, en nuestra moderna economía global, los límites nacionales son irrelevantes.
No solo los países dependen unos de otros, sino también los continentes. Nuestra interdependencia es cada vez mayor. Cuando examinamos con atención los múltiples problemas a los que se enfrenta la humanidad hoy, podemos ver que somos nosotros quienes los hemos creado.
No hablo de los desastres naturales, sino de todos los conflictos, derramamientos de sangre y problemas surgidos del nacionalismo y de las barreras que el hombre ha levantado a lo largo de la historia.

Si viéramos el mundo desde el espacio, no advertiríamos en él líneas marcando el contorno de cada país y separándolo de los demás. Tendríamos ante los ojos simplemente un pequeño planeta azul. Una vez trazada la línea sobre la arena empezamos a pensar en términos de «nosotros» y «ellos». A medida que crece este sentimiento, resulta más duro distinguir la realidad de la situación. En muchos países africanos, y recientemente también en algunos países del este de Europa, como en la antigua Yugoslavia, existe ese nacionalismo estrecho de miras.
En cierto sentido, el concepto de «nosotros» y «ellos» casi ha dejado de ser relevante, ya que los intereses de nuestros vecinos son también los propios. Preocuparse por los intereses de los vecinos es en esencia preocuparse por nuestro futuro. Hoy la realidad es simple. Si hacemos daño al enemigo, nos herimos a nosotros mismos.
Dalai Lama - El arte de la compasión

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